Cuando salgo a la calle me asaltan varias ideas de las cuales no consigo escaparme.
Últimamente salgo mucho sola a pasear y está muy claro el por qué. Sin embargo, no consigo encontrarme del todo cómoda conmigo misma.Si contemplo los colores del otoño y escucho los pájaros cantando sus bonitas melodías, algo me dice que todo es correcto. El paisaje es el que corresponde a estos días de noviembre. Ahora bien, unos pasos más adelante empiezo a vislumbrar cuerpos humanos que caminan como parte de un paisaje móvil que no tiene rostro. Sólo unos ojos, miradas que dicen poco, las bocas tapadas, la mitad de la expresión castrada. Es un continuo. Yo misma formo parte de este elenco, dentro de un extraño entramado que no alcanzo a comprender del todo. Mi querido cerebro cortocircuita al tratar de asimilar algo tan distinto y tan poco natural. Como si de una película se tratara solo que ahora estoy dentro de ella, soy parte del reparto y no parece haber un desenlace, solo una y otra vez la misma escena.
De repente niños desenmascarados y algún que otro corredor o persona al azar que olvidó o a sabiendas decidió dejar retirada su mascarilla permite al cerebro reencontrarse con lo conocido y entonces por un instante parece que todo fuera como antes. Un reencuentro fugaz con el momento de antes de la pesadilla, de antes de la hecatombe, pero también de antes del despertar doloroso del tranquilo sueño en el que nuestra sociedad del bienestar parecía estar inmersa, del darnos cuenta de tantas cosas que parecían estar ocultas y que ahora ya no tienen freno y se muestran descaradas, estallándonos en la cara enmascarada. Y es que estas novedades generadas a raíz de querer controlar a esa pequeña molécula virulenta han destapado muchas otras verdades de nuestra sociedad, mucho más virulentas, insidiosas, violentas que tienen que ver con un paradigma caduco dentro de una sociedad narcisista y con muchas pegas. Demasiados momentos y cuestiones que analizar. Espero poder ir expresando en este blog aquello que me brote de dentro con todo lo que nos está aconteciendo, desde mi subjetiva perspectiva. Y parto de una necesidad interna que es despertada por todo lo que esta situación provocada por el coronavirus está cambiando la vida y la perspectiva de muchos de nosotros. El mundo de repente parece ser otro. Es mi intención compartir lo que a mí me desata y permitir que no me devore. Por eso, no quiero más que expresarme y que este sitio sirva para eso. Y si a alguien le sugiere algo pues encima podré también gustosa leeros y a lo mejor incluso poder encontrar un sentido o al menos alguna pista en el camino. Porque si algo nos ha demostrado este virus es que todos estamos vinculados, somos células de un mismo organismo y cada pieza es importante porque para dar jaque mate en la partida, los peones, las torres, los caballos, los alfiles…todos cuentan. Y por eso precisamos movernos con calma y precisión y ser llevados por un jugador concentrado y con buenas tácticas de manera muy resuelta y coherente si es que de veras deseamos ganar la partida. Ahí es nada.