La musicoterapia es una disciplina que, según La Federación Mundial de Musicoterapia, se refiere al uso de la música y/o sus elementos realizado por un musicoterapeuta cualificado con un paciente o grupo, en un proceso creado para facilitar, promover la comunicación, las relaciones, el aprendizaje, el movimiento, la expresión, la organización y otros objetivos terapéuticos relevantes, para así satisfacer las necesidades físicas, emocionales, mentales, sociales y cognitivas. Tiene como fin desarrollar potencialidades y/o restaurar las funciones del individuo de manera tal que éste pueda lograr una mejor integración intra y/o interpersonal y consecuentemente una mejor calidad de vida a través de la prevención, rehabilitación y tratamiento.
Está claro que según la definición de la Federación Mundial de Musicoterapia, la utilización de la música con objetivos terapéuticos tiene innumerables bondades, muchas de las cuales se relacionan directamente con la comunicación: a nivel de personas, a nivel de procesos internos, a nivel de conexiones neuronales que ayudan a establecer parámetros fisiológicos más estables y sanos. Hay una característica que me parece muy relevante de la terapia con música mediada por un musicoterapeuta, y es precisamente que la música trae al presente, hace que nuestra atención esté completamente centrada en el proceso que se está llevando a cabo. Si el paciente tiene instrucciones sobre lo que ha de llevar a cabo en la sesión musicoterapéutica, bien sea haciendo uso de la práctica musical, bien sea utilizando la escucha como medio para seguir un determinado proceso que guiará el musicoterapeuta, el resultado primero es que la atención se focaliza en ello. La música tiene además, cuando es ejecutada por el paciente, ese factor de expresión de una realidad única de un momento determinado en el cual se está atendiendo a un estado emocional que está sucediendo en un entorno determinado, y desde el cual el musicoterapeuta puede acompañar y modelar mediante la variedad y el ajuste de los distintos parámetros musicales, dependiendo del caso, para conseguir que la experiencia estética sea a la vez terapéutica y ayude al paciente a generar un estado de mayor presencia y comunicación.
Más allá de una experiencia puramente artística, la música, efectivamente, contiene tres parámetros fundamentales: ritmo, melodía y armonía, que se relacionan con tres aspectos clave del ser humano: el ritmo, la emoción y el orden de las ideas y el intelecto.