Do, re, mi: primeras consideraciones
Pareciera que hay muchos músicos que hubieran nacido con un don especial para conversar con el lenguaje musical, mientras que para una gran parte de la comunidad musical esto no sucede de una manera tan intuitiva y aparentemente fácil.
Por ello, puede resultar interesante desarrollar algunas ideas al respecto de la improvisación en una serie de artículos. Habiendo investigado sobre los procesos que tienen lugar a nivel cognitivo durante la misma y las principales ventajas que puede ofrecer a músicos formados desde la visión y lectura del papel en primer lugar, nos acercaremos a algunos aspectos y cuestiones primordiales en la improvisación a la vez que observaremos la distintas visiones que aportan los profesionales al respecto.
Foto de Chris Bair en Unsplash
En la práctica instrumental de la música de todos los tiempos, a lo largo de las distintas tradiciones y géneros, la improvisación ha servido como nexo entre lo ya existente y lo creado. Para poder concretar su eficacia y su capacidad para la enseñanza dentro de sistemas dominados por partituras fijas, que no ceden lugar a nada que no esté escrito, se precisan diversas aproximaciones.
En todo caso, se trataría de volver a lo ya existente, a la esencia primigenia de la música, y sobre todo a una práctica que podría contribuir sobremanera a los procesos de enseñanza aprendizaje que se dan en la trayectoria del estudiante de música. Una nueva óptica de músico completo puede hacer que el desarrollo de nuevas metas educativas más creativas complete el círculo, haciéndose evidente la estructura de los procesos inherentes a la improvisación que pueden generar un enriquecimiento en el aprendizaje a todos los niveles.
Podemos preguntarnos en primer lugar qué es lo que empuja a un músico o grupo de músicos a querer improvisar, aunque también cabría preguntarse qué es lo que mueve a otros músicos a no interesarse por la improvisación e incluso puede llevarlos a desdeñarla o huir de ella, prefiriendo asirse a la interpretación literal de una partitura. Un ejemplo de esto lo podemos observar en una inmensa mayoría de interpretaciones del género de música clásica, donde la tradición desde el Romanticismo es que la partitura es la guía, la directora y un todo que se pretende captar, intentando ser lo más fieles en la interpretación a los deseos del compositor en cuestión. Sin embargo, es importante conocer lo que la investigación musicológica ha dejado en evidencia: la improvisación no sólo era un hecho en la historia de la música culta occidental sino que incluso se realizaban competiciones entre distintos músicos de períodos anteriores.
Una posible respuesta enfocada a conocer la razón por la cual tantos músicos utilizarían la improvisación radicaría en el mero hecho creativo, en elaborar algo nuevo partiendo de un material musical, escrito o no, y en establecer un diálogo con los otros músicos que puedan a su vez generar ideas que evolucionan, que contrastan o que simplemente se oponen a las presentadas por sus colegas.
Claro que también se puede improvisar a solo, siendo uno único el intérprete presente, entonces ese diálogo creativo se elabora a partir de uno mismo, y de distintas proposiciones en relación al material musical en sus distintos parámetros: armonía, melodía, ritmo, carácter.
Lo que resulta fascinante de la improvisación es que siempre se trata de un evento super creativo pero que ha de estar acotado para manifestar un sentido. Se necesitan una serie de elementos y unas estrategias y organización para que la improvisación pueda transmitir un mensaje coherente, tal y como sucede al hablar.
Veamos, por ejemplo, el uso de una escala musical: la escala pentatónica, con la cual se puede improvisar en diversos géneros musicales y que Bobby Mc Ferrin utiliza en el siguiente vídeo para probar que todo el mundo puede improvisar y disfrutar de una creación musical conjunta siguiendo unas pautas sencillas con un material mínimo que resulta muy intuitivo para el ser humano de todos los rincones del planeta: la escala de cinco notas musicales.
Podemos imaginar una conversación, animada a veces, otrora melancólica, con matices cambiantes, que sube de tono, que se torna susurrante, que confiesa un secreto, arrebata un beso o hace esbozar sonrisas.
En la conversación musical así presentada, tal y como sucede cuando uno conversa en la vida con sus amigos, o personas de uno u otro ámbito, se presentan ideas propias, y se produce asimismo una vinculación al otro, adaptándonos a su mensaje para poder comunicar mejor el nuestro. Por tanto, la escucha activa al otro, a lo que está diciendo, es de suma importancia.
Así pues, una primera conclusión a la que llegamos es que es necesario el conocimiento y dominio de los elementos que usaremos en nuestras improvisaciones, sean estos elementales o más complejos, a la vez que el dominio técnico necesario para adecuar nuestras ideas y creatividad a su expresión en el instrumento. Sería como las reglas gramaticales y el vocabulario, unido a la práctica oral y escrita en un idioma, y las habilidades de conversación con otros o como ponentes sobre un tema ante un público, dependiendo de si la improvisación es a solo o con otros músicos.
Al igual que sucede con un idioma, donde se puede comenzar a practicar sus distintas destrezas desde un nivel muy básico, con la improvisación se trata de lanzarse a la piscina aunque sea al principio donde no cubre el agua y con uno o dos flotadores. Primero escogeremos muy pocos elementos y jugaremos con ellos como los niños. Imitaremos también a los que ya saben nadar como pez en el agua.
Seguimos pronto indagando en torno a este tema apasionante, pero mientras tanto, ¡a improvisar cada día aprendiendo de lo que oímos, imitando y lanzando algo nuevo al mar de ideas musicales! ¡sea con nuestro instrumento musical o con la voz!
De la importancia de la educación del oído, del uso de la impro en los distintos géneros musicales, de las distintas estrategias para improvisar y procesos cognitivos involucrados, así como de cuestiones pedagógicas, opiniones y propuestas extraídas de diversas entrevistas con profesionales del ámbito educativo musical abundaremos en próximos capítulos de esta serie…
Qué interesante es el mundo de la improvisación musical. Cuando un espectador ve al músico improvisar lo ve sin ataduras y disfrutando de aquello que realiza desde el aquí y el ahora.
Magnífico el ejemplo de Bobby McFerrin con la improvisación performativa que lleva a cabo con el público sobre la escala pentatónica. Y es que la improvisación tiene ese algo que lo acerca al juego, a saltarse las reglas, a pasarlo bien.
Gracias por un artículo tan sugerente sobre un tema que está tan íntimamente ligado a la creatividad como base de todo entramado artístico.
Hola, Roberto, muchas gracias por tu comentario tan interesante. Coincido contigo en que el juego es una parte fundamental de la improvisación musical y la hace tan divertida y llena de posibilidades…
Para hacer este análisis de la improvisación, hace falta estar en la misma sintonía que estos intérpretes.
Ver más allá de lo establecido y repetitivo. Hacer fluir la música desde el sentimiento propio.
Bailar libre con esas notas que van fluyendo espontáneamente; ya sea junto a una gran orquesta como Martha Angrich o como a tres en el blues de Ocar Peterson; a sólo como Pascal Wintz o Bobby MC. Ferriz, impresionante, con la escala pentatónica
Gracias Inmaculada por tus sabios comentarios y por esta gran exposición sobre la improvisación y traernos a esos grandes intérpretes para deleitarnos con su creatividad.
Hola, Pilar. Qué bonito comentario, hacer fluir la música desde el sentimiento propio. En realidad Martha Argerich interpreta la partitura, pero es tan grande que como dices «baila libre con esas notas que van fluyendo espontáneamente». Gracias…me gusta como indicas «ver más allá de lo establecido y repetitivo».