Echando la vista atrás, parece que fue ayer cuando me encontraba tranquilamente en un parque de Madrid, con una amiga y su hijo de un añito, bastante acatarradillo, por cierto, un lunes que resultaba ser el 9 de Marzo de 2020. Hacía tan solo tres meses que una compañera de trabajo, al felicitarnos el año, me había dicho de manera jocosa: -llegan los felices años 20-, haciendo referencia a esos “años 20” del siglo pasado, década dorada que funcionó como una burbuja de bienestar y expansión económica a nivel mundial; aunque fuera especialmente decisivo para crear un crecimiento nunca visto antes en Estados Unidos, mientras que Europa se reconstruía tras el final de la primera guerra mundial en 1918. Esta década festejó con sus bailes de charleston y esa actitud desenfadada, una recuperación moral y una dulce prosperidad, en un largo período de bonanza, el cual se extendería hasta el año 1929, año del crac que lo cambió todo, año en el que toda esa burbuja especulativa estalló en mil pedazos.
Pero bueno, volviendo a este año, y a ese 9 de Marzo en concreto, no puedo decir que no habría imaginado algo como lo que nos sucedió a los pocos días, porque en realidad ya estaba prevenida y nunca se me ha dado bien el negacionismo. Una amiga italiana me había contado unos diez días antes cómo habían cerrado los colegios en su pequeño pueblo; lo vi venir, se lo comenté en el parque a la mamá de ese niño tan alegre como constipado, incluso llegué a aventurarme en mis predicciones: -ya verás como en unos pocos días están cerrando los colegios en España-. Casi me espetó «bruja» cuando su marido, que trabajaba para la administración en una escuela de música de Madrid, la llamó para decirle angustiado que : -mañana cierran todos los colegios y centros de enseñanza pública en Madrid, vete a comprar provisiones al supermercado-. Lo siguiente ya lo sabemos todos…todos con matices; todos los que somos tan afortunados de poder escribir o leer publicaciones en la red, porque estamos aquí pese al infierno desatado por esa extraña mezcla de virus desconocido, falta de previsión, informaciones contradictorias, y esa complacencia y “alegría ingenua” de pensar, que por ser España, nada pasaría. Y es por eso mismo, que en mi modesta opinión, esa mezcla no fue a partes iguales. Me explico: los virus son moléculas, sólo saben infectar, mientras que los humanos tenemos algo que nos ayuda a ir por delante de cualquier partícula infectiva: la inteligencia. No funcionó entonces, que en honor a la verdad, se puede entender, puesto que no conocíamos nada de este coronavirus procedente de Wuhan, que tantas risas nos había provocado tan sólo meses antes, al pensar que los chinos eran unos exagerados, y que por supuesto nos pilló completamente en bragas. De todos modos, ya un grupo de informadores a los que se tachó de alarmistas, estaban precisamente alertando del peligro inminente a finales de enero. Ni siquiera las señales de alarma que nos llegaban desde Italia, donde también, por cierto, se habían burlado de los temores desproporcionados de los chinos, pudieron modificar los planes de nadie, ni tampoco evitar que llegasen cientos de vuelos en esas semanas previas al confinamiento; semanas que habrían sido cruciales para que la mecha no hubiera prendido…al menos no con esa intensidad. El virus se reprodujo a escala exponencial, lo arrasó todo como si de un Atila de los gérmenes se tratara. Y es que, por donde el coronavirus pasaba, no solo no crecía la hierba, sino que se generaba un cordón de miedo alrededor de los afectados, como si tuvieran la peste. Ese miedo causó asimismo mucha desatención, particularmente en las residencias de ancianos, donde a muchos literalmente se les dejó morir. Poco, tarde y mal, tres adverbios para el informe de Médicos Sin Fronteras sobre la gestión de las residencias de mayores durante la pandemia covid en su primera oleada, y que pone como mínimo la carne de gallina. Si eres especialmente sensible, no lo leas. A veces, el mayor enemigo de la verdad es taparl,a y hacer como si no estuviera teniendo lugar esa parte negra y escandalosamente ruin del ser humano y de la sociedad.
Por ellos y por todos los jóvenes, adultos y mayores, que perdieron su existencia en esos momentos y a lo largo de todos estos meses de la pandemia a nivel mundial, quiero escribir esta felicitación navideña. En su honor, pero también en el nombre de todos los que perdieron su vida en alguno de los múltiples e incomprensibles conflictos bélicos ,y de violencia familiar, desastres naturales, y pandemias locales que asolan este mundo. Para esos lugares del globo terráqueo en donde la lucha diaria es lucha esencial, donde cada día es un regalo, donde la vida no parece valer nada. En el nombre también de esta Tierra malherida, que parecía necesitar un respiro, y que prosperó y alimentó un aire limpio durante el período en el que el mundo por vez primera en su Historia pareció parar en seco. Aunque realmente nunca paró, todos seguimos, todos continuamos, todos respiramos. ¿Y no hay cierta fortuna en vivir en esta parte del mundo, donde se puede todavía luchar por conseguir forjar una vida que se erija en torno a nuestros ideales y necesidades humanas, sin ser amenazado con perder la propia vida?
Paso ya sin más a dejaros mi felicitación navideña, que para dar nombre y reconocimiento a todos estos hermanos nuestros, y a nuestra querida madre Tierra, no puede por menos que ser una felicitación a la que pone música un enorme compositor, algunos dicen que el más grande de todos los tiempos.
La solemnidad del gran Johann Sebastian Bach, ilumina con su increíble colorido orquestal y vocal, las palabras que nos hablan de regocijo, alegría y adoración a lo divino. Esta primera cantata del Oratorio de Navidad BWV 248, estrenado el día de Navidad de 1734, y que comienza con esos alegres ritmos ejecutados por los timbales, y una sección de viento que va alternando con la cuerda, nos expone una gozosa serie de motivos musicales que luego son maravillosamente explotados por la voz, muchas veces en contrapunto con los instrumentos. El contrapunto es una técnica compositiva por la cual escucharás, cómo lejos de ser mero soporte con armonías que sustentan la arquitectura musical de una melodía, encontramos múltiples motivos melódicos que existen de manera simultánea. También hay fragmentos que son acompañados, de manera más estable, y observamos cómo esto ayuda a reconocer claramente el tema principal. La voz juega con los instrumentos, alternándose los diferentes grupos en un baile constante, con ese ritmo ternario que promete curarlo todo. La obra fue escrita para soprano, contralto, tenor, bajo, coro y orquesta, y tal y como dice en la partitura: Am ersten Weinachtsfeiertage, o sea «para el primer día de Navidad». Bach extrajo mucho material de piezas previamente escritas, tanto sagradas como seculares, práctica habitual no sólo en la época, ya que se ha hecho siempre, hora también, tanto en música popular como contemporánea: utilizar retales para tejer algo nuevo. El texto, que se basa en el relato de la Natividad de los evangelios según San Lucas y San Mateo, fue compilado supuestamente por el libretista Christian Friedrich Henrici (que firmaba con el seudónimo Picander), quien ya había trabajado con Bach en el libreto para la Pasión según San Mateo.
La versión que escucharemos es la del renombrado director de orquesta Nikolaus Harnoncourt, pionero de las interpretaciones con criterio histórico, es decir, siendo lo más fiel posible a lo que la investigación nos descubre sobre las prácticas interpretativas de una época en concreto; aquí con su conjunto Concentus Musicus Wien, especializado en la interpretación de música del período barroco, y Soloists of the Tölzer Knabenchor.
¡Regocijaos, alegraos! ¡Celebrad estos días!
¡Exaltad lo que ha hecho hoy el Altísimo!
¡Dejad el temor, alejad los lamentos!
¡Cantad, llenos de júbilo y alegría!
¡Servid al Altísimo con magníficos coros!
¡Adoremos el nombre de nuestro soberano!
Aunque posiblemente ya lo sabías, a Bach le inspiraba Dios; una gran parte de su obra nace de esa fe sin límites que albergaba en su interior. ¿Qué emociones te despierta a ti esta música?
Puesto que en definitiva, en nuestro mundo secularizado nos encontramos igualmente a la búsqueda de significados vitales, tal vez sea posible hallarlos en esta música tan excelsa, profeses la fe que sea, o una ausencia total de la misma. Incluso podemos llevar a nuestra mesa parte de esa alegría a la que nos instan texto y música, a la vez que alejamos durante estos días el temor y los lamentos que hemos experimentado durante esta durísima etapa que venimos atravesando; etapa de la cual, con un poco de suerte, saldremos más pronto que tarde. Inclusive si estamos estos días sin nuestros seres queridos, en soledad, Bach nos puede colmar el corazón en un místico abrazo.
Y tú, ¿cómo vas a celebrar esta Navidad tan poco común?, ¿tal vez dejarás un huequito para pasarlo junto a Bach?
Por si acaso quieres tomarte un chocolatito caliente a su lado, aquí te dejo la grabación completa de su Oratorio de Navidad, de nuevo en la versión de Harnoncourt, el Concentus Musicus Wien y Soloists of the Tölzer Knabenchor. Reconozco que la estética y puesta en escena del vídeo no me convence mucho, los trajes y los gestos se me hacen algo recargados, algo barrocos;-)), pero puedes, por ejemplo, dejarlo de música de fondo mientras sigues con tus rutinas y la música va contándote historias al oido. Se me ocurren pocas mejores compañías para esta Navidad…¿atípica? Sí, creo que eso es lo que te deseo: ¡Feliz atípica Navidad!
Hola,
Muy certero análisis de lo que ha ido este año que está a punto de terminar. Los felices 20 fueron un paréntesis en el horror de las guerras mundiales. En lo que llevamos de milenio ya llevamos 2 graves crisis. De esta se podía haber aprendido del pasado, incluso de los chinos que a día de hoy viven sin la amenaza del virus, pero es lo que pasa cuando la soberbia, o la hibris de los antiguos, domina el pensamiento humano.
Solo esperar que de este año que decimos para olvidar, extraigamos una enseñanza que nos haga crecer como seres humanos, en aspectos que tenemos tan en el cajón del olvido como la empatía y el sentido común.
De la música de Bach qué decir. Uno siente como si se elevara el alma al mundo celestial. Luz entre tanta oscuridad.
Con el Gloria in excelsis Deo de Vivaldi me pasa igual.
Te deseo una Feliz Navidad, por lo que representa: luz y esperanza que nace
Guau, muchas gracias por tu comentario, Roberto. Qué bien expresado, y es cierto que ojalá no olvidemos, que aprendamos. Bravo por ese Gloria in excelsis Deo! Lo voy a escuchar ahora mismo, super recomendable:)
Pues si tienes razon que mucha gente y hablo de amigos y familiares mios estaban encantados con la entrada en el año 2020 y era impensable lo que nos traeria.
Me acuerdo que cuando empezo a hablarse del virus, tu ya avanzabas los acontecimientos, que se han cumplido y que parecia no llegaria a tanto pero lo han rebasado.
En cuanto a Johann Sebastian Bach sus composiciones son profundas, es un grande de la musica y tienes razon en que su inspiracion nacia de su gran fe en Dios.
Un analisis de estas fiestas navideñas y gracias por traernos a ese padre de la gran musica.
Muchas gracias por pararte a comentar, Pilar:) Bueno, ojalá me hubiera equivocado respecto al dichoso virus, la verdad, que todo hubiese quedado en agua de borrajas y falsos alarmismos, pero se veía venir que no. Me alegro de que te hayan parecido profundas las músicas de,como bien le has llamado,este padre de la gran Música. Feliz Navidad:)
Muy interesante reflexión histórica sobre los felices años 20 del siglo pasado, y su posible relación con lo q está aconteciendo en los años 20 de este siglo. Ojalá que, a pesar del comienzo convulso y traumático de esta década, nosotros también tengamos nuestro Charleston (que hoy en día sería más Reggaeton) y nuestros felices años 20. Feliz Navidad Inma, muchas gracias por expresarte y compartir, y muy feliz año 2021, que sigamos siempre expresando y compartiendo, pase lo que pase 😊
Ya es una fortuna para nosotros poder expresarnos, con LIBERTAD, podemos seguir y caminar caminos nunca transitados, y seguro que sí que tendremos nuestro charleston…¿será en 2021 o ya en 2022?
Feliz Navidad, Marco, y feliz año 2021, el karma será saldado pronto:-)
Gracias por este análisis tan interesante y reflexivo sobre el inicio de la pandemia y por dedicar un espacio a las personas que no han podido superarlo y ya no están. Ahora es nuestra responsabilidad avanzar y no sólo dejarnos llevar por el Charleston de nuestra época (aunque echo mucho de menos bailar!). Ojalá que la mirada atrás nos permita entender, valorar lo aprendido y crecer! Como este texto que nos has regalado… acompañado de una música preciosa.
Un abrazo
Muchas gracias por compartir, Solete:)
Sí, ¿verdad?, yo también echo de menos bailar, a ver si podemos marcarnos algún baile de celebración post pandemia pronto. Me alegro de que te haya dustado la música. Un beso y nos leemos-vemos.