Tal día como hoy, hace 250 años, venía al mundo Ludwig Van Beethoven. Y para honrar su memoria, qué mejor que celebrar con la alegría que hay en nuestros corazones su paso por el mundo, que estuvo repleto, como el de cualquier ser humano, de vicisitudes.
La maravillosa novena sinfonía, en la cual está inserto ese canto a la Humanidad, a la belleza del alma humana y a la hermandad que es el archiconocido himno a la alegría sobre un poema de Schiller, no pudo ser más que imaginada por Beethoven; esto ocurría durante los años de composición de la novena sinfonía, que abarcaron desde que se le encargó la composición de «una sinfonía» en 1817, hasta 1824, año de estreno de la misma. Para entonces, Beethoven no oía ya prácticamente nada, estaba completamente sordo.
Esa maravilla de unión humana, en la que todos los hombres y mujeres, de todas las edades, delicados y toscos, con estudios o no, con intereses elevados o profanos, celebran su extasiaste alegría y unión, fue concebida por un hombre que no escuchaba ya la sonoridad de las notas de su piano; la inspiración que generó esta obra, a mí me hace plantearme que había, o mejor dicho, que hay, algo de sobrehumano en este gran hombre. Es una magia musical la que consigue unirnos a todos en uno, con una especie de pegamento sonoro. Beethoven ya había acariciado la idea de poner música al texto de Schiller mucho antes, en 1792, cuando era un joven de ideas liberales al que emocionaron las palabras vertidas en el papel por el poeta; Beethoven leía a Schiller durante su estancia en Viena, ciudad a la que había llegado gracias a la invitación del grandísimo compositor Joseph Haydn.
Y es gracias a ese anhelo de una Humanidad fundida en un abrazo, que esta magia se produce, razón por la cual, he elegido la foto de ese muchacho, ese Ludwig niño, como cabecera de esta publicación; Beethoven permaneció toda su vida siendo un niño en espíritu, sin contaminarse por la mezquindad de una sociedad en la cual comenzaban a rebelarse unos cuantos músicos que luchaban por que llegara a ser distinta y más justa, y sobre todo por conseguir una liberación de la expresión de los sentimientos y de la individualidad propia de cada artista.
La de Beethoven es una lucha que rebosa de inocencia, de agradecimiento que celebra la pura existencia, en un éxtasis de alegría inconmensurable. La utopía de una Humanidad que se ensalza a sí misma, que se regocija en su propia existencia, y que es libre y convive en paz y armonía, es vivida por Beethoven a través de una música que emociona, que toca a cualquiera, provenga de donde provenga, se dedique a lo que se dedique; es, por ello, esencialmente universal. Puede ser que conecte a nivel muy íntimo con nuestro propio niño interior, ese que es inocente, que cree de veras que es posible, que tiene un corazón limpio, lleno de sueños, de posibilidades, sin castrar, libre en su esencia. Más allá de la belleza inherente al texto de Schiller, escrito en 1785, la música de esta oda a la alegría comunica la imagen sonora de una hermandad feliz entre los hombres y mujeres de nuestro mundo. ¿Qué opinión tienes tú sobre este canto a la alegría?. ¿Es una utopía, o podría llegar a ser realidad?
Como curiosidad, una adaptación de la Oda a la Alegría, realizada por Herbert von Karajan en 1972 para el Consejo de Europa, fue adoptada, desde 1985, como himno oficial de la Unión Europea (UE)
Aquí tienes la adaptación de la Ode an die Freude de Schiller empleada por Beehoven, y que consiste en la selección y unión por parte del compositor, de varios párrafos del texto escrito por Schiller. Interesante también la aportación de texto por parte del propio Beethoven, que te incluyo en negrita, palabras introducidas para justificar así la inclusión del Himno dentro del último movimiento de su novena sinfonía; dicho movimiento venía desarrollándose, hasta ese momento, de manera puramente instrumental, para, a partir de ese instante, penetrar la voz y la palabra en el tejido sinfónico de manera magistral. De esta manera, nos invaden sonoridades esplendorosas que, vale la pena recordarlo, Beethoven sólo podía escuchar y concebir en su imaginación. Y es que esta novena sinfonía fue también revolucionaria desde el punto de vista musical; pero eso ya es otra historia…
¡Oh amigos, cesad esos ásperos cantos!
Entonemos otros más agradables y
llenos de alegría.
¡Alegría, alegría!
¡Alegría, hermosa chispa de los dioses
hija del Elíseo!
¡Ebrios de ardor penetramos,
diosa celeste, en tu santuario!
Tu hechizo vuelve a unir
lo que el mundo había separado,
todos los hombres se vuelven hermanos
allí donde se posa tu ala suave.
Quien haya alcanzado la fortuna
de poseer la amistad de un amigo, quien
haya conquistado a una mujer deleitable
una su júbilo al nuestro.
Sí, quien pueda llamar suya aunque
sólo sea a un alma sobre la faz de la Tierra.
Y quien no pueda hacerlo,
que se aleje llorando de esta hermandad.
Todos los seres beben la alegría
en el seno de la naturaleza,
todos, los buenos y los malos,
siguen su camino de rosas.
Nos dio ósculos y pámpanos
y un fiel amigo hasta la muerte.
Al gusano se le concedió placer
y al querubín estar ante Dios.
Gozosos, como los astros que recorren
los grandiosos espacios celestes,
transitad, hermanos,
por vuestro camino, alegremente,
como el héroe hacia la victoria.
¡Abrazaos, criaturas innumerables!
¡Que ese beso alcance al mundo entero!
¡Hermanos!, sobre la bóveda estrellada
tiene que vivir un Padre amoroso.
¿No vislumbras, oh mundo, a tu Creador?
Búscalo sobre la bóveda estrellada.
Allí, sobre las estrellas, debe vivir.
¡Alegría, hermosa chispa de los dioses
hija del Elíseo!
¡Ebrios de ardor penetramos,
diosa celeste, en tu santuario!
Tu hechizo vuelve a unir
lo que el mundo había separado,
todos los hombres se vuelven hermanos
allí donde se posa tu ala suave.
¡Alegría, hermosa chispa de los dioses,
hija del Elíseo!
¡Alegría, bella chispa divina!
Te dejo aquí tres vídeos para que puedas disfrutar de esta música hermosa y ver qué genera en ti. El primero es de una flashmob que tuvo lugar en las calles de Nuremberg en junio de 2014, y que me gusta especialmente, atentos a lo que se crea 🙂
El segundo, para mí una gran interpretación. El tercero, más abajo, una reinvención, un «Beethoven revisited» que puede llegar a hacerte bailar.
Te animo asimismo, a que escuches la sinfonía completa, que es una obra maestra absoluta, de principio a fin, o al menos el último movimiento, para que te deleites con el desarrollo musical de ideas que desemboca en este bello himno.
Y, claro está, con el tercer vídeo, el mencionado «Beethoven revisited», puedes también cantar junto a Miguel Ríos, en la versión que hizo en 1970 del himno a la alegría, con adaptación de la letra por parte de Amado Regueiro, y arreglos del gran Waldo de los Ríos; la adaptación de la letra ensalza la libertad y unión de la humanidad, con una fuerza sin parangón.
Que homenaje mas bello. Que analisis de su vida repleta de vivencias. Me encanta Beethoven y me enorgullece como su admiradora que hayas hecho este gran resumen de su obra y de su persona. Gracias
Beethoven niño prodigio y en una corta vida tan prolífico en un don que parece que sustituye la falta de escucha… pero seguramente le llegaban músicas celestiales a su capacidad de tocar con esa proeza y esas manos, y plasmar su genio; curioso que compusiera el himno de la alegría, muestra que la traía interpretando esos poemas… Tanto que nos sigue trascendiendo muchísimo su virtuosismo después de tantos años… igualmente grato conocer más inéditas obras desde otra maestra pianista 😉
Muchas gracias por tu comentario, Marta. Realmente era una pasada, un visionario y un genio creador. Fíjate si han pasado años, en efecto es increíble que todavía hoy emocione…y probablemente lo seguirá haceindo siempre:)
Seguiremos entonces dando a conocer grandes obras y grandes compositores y compositoras, un gusto, Marta.
Fantastico
Muchas gracias, José Antonio.
El resumen de mi estado de ánimo ahora mismo es que, en mi opinión, la música es la expresión artística más poderosa que existe y ojalá sirva para unirnos y llevarnos a las cotas más altas de nuestras capacidades como seres humanos.
¡Gracias por expresarlo tan bien, Pedro! Estoy de acuerdo con lo que dices, puede que la música consiga que la utopía se haga realidad. Y coincido en que la música puede llevarnos a llegar a ser lo máximo que podemos llegar a ser en este mundo.
Se percibe tu gran admiración por este Gran Genio de la música y en particular por ese Himno de la Alegría, obra cumbre y eterna de Beethoven. Me gusta mucho ese Flashmob callejero, q empieza con la flauta de la niña, símbolo de la sencillez e inocencia de esa melodia de sólo 5 notas, y que termina con todos los músicos y cantantes tocando y cantando el himno como la verdadera sinfonía que es. También aportan la versión marchosilla y animada de H.V. Karajan y la versión de Miguel Ríos, en una época en la q España recuperaba su libertad y su alegría. Muy buen post!!
Muchas gracias por tu comentario, Marco:):-)
Qué bien que te haya molado la Flashmob, es una pasada!
Y muy bien visto lo de la versión de Miguel Ríos, es verdad que por esos años España iba a comenzar una nueva etapa y estaba en el aire.