
Cuando uno se acerca, de la mano de su propia autobiografía, al psicólogo Jerome Bruner, comprende, poco a poco, que este hombre brillante supo extraer de cada oportunidad, experiencias invaluables, a la vez que caminó de manera infatigable durante su trayectoria profesional, en pos de una mayor comprensión de los procesos de aprendizaje que se dan lugar en el entramado que conforma al ser humano. Encarnando en su persona una suerte de combinación de trabajador incansable, con una gran capacidad y empeño en el ejercicio intelectual, por un lado, y de una personalidad aventurera, generosa y amable, por otro, este gran amante del mar y de navegar, compaginaría de manera ejemplar todo lo anterior, con una vida familiar estable y armoniosa. Una vida que duraría 100 años, y que comenzó en 1915.

Resulta fascinante, dentro de su vertiente profesional, la variedad de tareas y círculos que Bruner frecuentó: catedrático en las Universidades de Harvard y New York, miembro del Foreign Broadcast Information Service, (entidad encargada de escrutar a partir de 1941 las emisiones radiofónicas de los países que intervenían en el conflicto armado durante la Segunda Guerra Mundial), donde se analizaban los cambios en el empleo de ciertas palabras o comentarios sobre los partes de guerra como indicadores de las estimaciones de una operación bélica; participante en algunos de los primeros estudios de opinión pública en torno a acontecimientos políticos, (siendo la opinión de Bruner por aquella época la de que «una opinión debe considerarse, en una parte, como la proyección de necesidades, miedos y deseos; en otra parte, como un compendio de la información recibida, enjuiciada a la luz de nuestros valores, y también, en parte, como expresión de unas modalidades históricas de pensamiento que se derivan de nuestra pertenencia a una cultura»; organizador y miembro de círculos de investigación y/o tertulias con físicos como Robert Oppenheimer, o el lingüista y filósofo Noam Chomsky, sobre el que ejerció una notable influencia, además de amistades y colaboraciones con otros psicólogos de renombre como Jean Piaget, clave en la floreciente psicología del desarrollo, a la hora de entender los procesos de aprendizaje. Enlazando con esto último, una dedicación sin límites a la investigación en el ámbito de la pedagogía, en donde promulgaría la imperiosa necesidad de llevar la sociedad a la escuela de manera activa, gracias a la intervención de ciencias como la antropología, la lingüística y la psicología, «haciendo» física, matemáticas, lengua…en lugar de teorizar sobre estas disciplinas de una manera que no resultaba de servicio alguno en cuanto al aprendizaje, puesto que no atendía a esa capacidad intuitiva de la comprensión del conocimiento de la realidad y de la cultura por parte del niño, ni tampoco a la construcción del aprendizaje desde la generación de hipótesis a cualquier edad; por lo cual, no se permitiría ir más allá de conceptos rígidos y completamente definidos, aparentemente preparados para ser vertidos y mecanizados en las personas al recitarlos de memoria, como si la escuela fuera una fábrica de vasijas en serie. Bruner fue, además, uno de los adalides del llamado «Mozart» de la psicología, el ruso Lev Vygotsky, personaje indispensable para entender la influencia del entorno y el concepto de andamiaje en los procesos de aprendizaje, cuyo ideario resulta crucial en pedagogía.

De esta profunda indagación, nacerían libros como The process of Education (El proceso de la Educación), que resultó ser un revulsivo en la época, junto con múltiples ensayos sobre el tema, y compendios de artículos, como los que aparecen en el volumen en castellano Desarrollo cognitivo y educación.
No es mi pretensión el abordar ni siquiera una ínfima parte de los aportes realizados por el prolífico Bruner en el ámbito de la psicología de la educación. Solamente una idea suya os traigo hoy en esta publicación, la cual espero que os pueda inspirar y tal vez despertaros cierta curiosidad: la idea de la posibilidad, del pensamiento hipotético. Volveré seguramente, en una futura publicación, sobre otra de sus grandes cavilaciones, la reforma educativa, dado que resulta ser, en los tiempos que corren, un tema de candente actualidad; tema de una importancia crucial para nuestras sociedades escolarizadas y el mundo del porvenir.

Sirvan de presentación del gran Jerome Bruner, las palabras de uno de sus alumnos, que posteriormente se convertiría en su amigo, Howard Gardner, el creador de la teoría de las Inteligencias Múltiples, a la cual nos acercaremos pronto, y quien expresa en una pildorita de un minuto de duración, el bello poso que su maestro dejó en él. ¿Recuerdas algún profesor que te marcara de manera similar? La traducción que he realizado, junto al vídeo.
He tenido la suerte de haber tenido muchos profesores maravillosos a lo largo de los años, remontándome a mi primer profesor de piano cuando tenía 6 años de edad, pasando por mi profesor de latín en el instituto, pero, cuando pienso en ello, la persona que de lejos ha ejercido la mayor influencia en mí, fue Jerome Bruner, quien me contrató como su asistente de investigación, justo cuando acaba mis estudios universitarios, y que luego sería profesor y mentor mío en mis estudios de postgrado. Y, a diferencia de mucha gente, seguimos siendo amigos y colegas durante más de 50 años. Comparto con Bruner una impaciencia respecto a hacer lo mismo una y otra vez, él fue un modelo tremendo en cuanto a perseguir lo que fuera que le interesara, estudiarlo, escribir sobre ello, y luego cambiar a otro asunto diferente. Yo he hecho lo mismo. La curiosidad intelectual me ha dado combustible hasta mis setenta y pocos años, y ha servido también de alimento a Bruner, que tiene ahora más de 100. Además, me influenció de una manera tremenda su manera de interactuar con sus alumnos y colegas, siempre te hacía sentirte bienvenido, mostrando interés en lo que estabas haciendo, hablábamos de lo que él estaba leyendo, de lo que pensaba…era completamente llano, no había sentido de jerarquía de él como el «gran catedrático». Era simplemente otra persona, con quien podías tener una relación a nivel social, personal e intelectual, y, tal y como he dicho, ha sido un privilegio haber podido hacer esto con mi profesor Jerry Bruner durante 50 años.
Os dejo, sin más, con Jerome Bruner, a sus recién cumplidos 99 años de edad, sintetizando con total claridad su concepto de «posibilidad», cuando es interrogado sobre la influencia del acto de enseñar en el aprendizaje.
¿Qué opinas?, ¿te parece posible lo que propone Jerome?. ¿Qué podría traer consigo esta aplicación de la «posibilidad» en las aulas?. ¿Crees que ya se da esta forma de enseñar en las escuelas? La traducción, hecha de la manera más fiel posible a sus palabras, junto al vídeo.
Soy Jerome Bruner, se me pregunta por los efectos de enseñar o qué podría hacer la enseñanza por un alumno, y voy a contestar que lo principal de la enseñanza es que abre un amplio despliegue de posibilidades, sobre lo que es posible. Enseñas sobre algo del pasado o del presente, pero tienes la esperanza de que tu enseñanza tendrá un buen efecto en conducirles dentro del mundo de la posibilidad. Ahí es donde reside la inteligencia. Y tú siempre…, es un asunto arriesgado, porque el factor que importa es… cuando la gente te dice o te pregunta sobre el proceso de enseñar, y les dices que es sobre el futuro, te dicen, ah, pero es demasiado especulativo. Pero para esos debería ser enseñar, para ponerte en posición de especular sobre las posibilidades. Particularmente en el mundo occidental, nos gusta que la gente se ciña a los hechos, a lo que está sucediendo ahora, y yo digo que el objeto principal de enseñar y educar es que piensen y compartan sus nociones de adónde les conduce, para ir más allá de la información dada. Por qué se titula así un libro o cosas parecidas, ya sabes. Así llega la pregunta: ¿hay reglas para educar? Sí, hay algunas reglas generales, pero deben ser basadas en un dominio general del conocimiento. No debería dejarte sentado donde estás…, sigo usando la expresión «yendo más allá de la información dada». Y de eso se trata. Y finalmente, enseñamos de una manera que permite que sea la propia persona la que aprenda a conversar con otros, a compartir con otros, de un modo que abre el mundo para ellos. Es una operación de apertura. Y esa es una de las razones por las cuales, si se trata solo del pasado, como algunos historiadores desfasados suelen pensar, esto no te lleva a ningún lugar…, de vuelta al pasado. Y la manera en la que las escuelas se desarrollaron en la antigua manera, era pensar que eran el repositorio de conocimiento almacenado para pasarlo a nuevos alumnos. Eso lo consigues mejor con un libro. Pero el asunto es ir más allá; así que te pregunto (al que le hace la entrevista): ¿por qué haces esto?,¿qué es lo que esperas que la gente que escucha saque de ello?, y no te voy a presionar para que me des una respuesta, porque eres tú el que se supone que me está entrevistando, no yo entrevistándote a ti. Pero, por otro lado, resulta también imposible para alguien entrevistar a otro sin que que a la vez ese otro le interrogue de vuelta. Se trata de abrir la posibilidad. Vuelvo una y otra vez sobre esa palabra, «posibilidad», y por una buena razón: ¿Qué es la cultura? La cultura es, básicamente, una manera de conocer. Es una forma de conocimiento en base a las restricciones impuestas por una determinada forma de vida. En otras palabras, somos a las vez individuos, y vivimos en una cultura. Y, de alguna manera, mantenemos nuestra individualidad a la vez que nos convertimos en neoyorkinos, o americanos, o rusos, y vivimos de ese modo, de aquí para allá, entre lo posible y lo real. Y aprender cómo dar ese salto. No en un modo de aprender cómo, sino aprendiendo que es necesario hacerlo, usando tu ser en su máxima extensión.
Jerome Bruner una persona interesante, destacada en la sociedad; que ha dejado huella historica.
Buen conductor de la enseñanza, de sentir ese conocimiento y saber transmitirlo. Unico en ese campo.
Gracias por ofrecernos una vision mas amplia de Jerome Bruner.
Muchas gracias, Pilar. A mí también me parece único.:)
Interesante disertación sobre la enseñanza y el mundo de posibilidades que se abren a través de la enseñanza, lo que le da un enfoque cuántico y filosófico a algo aparentemente sencillo pero muy complejo como es la enseñanza y el aprendizaje.
Exacatmente! Me parece cuántico total, es de una sabiduría absoluta….evaluar las posibilidades para luego poder elegir y tener autonomía en nuestro aprendizaje vital. Gracias por estar:)