El otro día me puse a pensar en cómo me pondría a explicar a alguien que me preguntara y a quien no conozco, qué es lo que encuentro en la música. Qué es eso que tiene la música y el poder enseñarla que me hace vibrar de una manera intensa, no comparable a otras arte, a otras actividades, incluso a multitud de lugares que me despiertan curiosidad, afectos o ganas de vivir cuando tengo la suerte de acercarme a ellos.
Una primera razón me viene a la cabeza: el conocimiento. Si bien es cierto que hay algo de imán en esas otras áreas que me interesan en esta vida, es cuando conozco algo en profundidad que para mis comienza un proceso más íntimo, de entendimiento, algo así como un «eureka» que me proporciona una sensación de gozo inmenso, de estar en el lugar adecuado, en el momento precioso.
Es algo similar a cuando comienzo a aprender un idioma, con torpes y necesarios balbuceos al principio para después ir viendo como el camino va tornándose más estimulante, aun cuando de una ruta sencilla progresas hacia un reto mayor cada vez, a subir nuevas y más altas cumbres en el complejo entramado del proceso de aprendizaje. Es duro, requiere de tiempo, de trabajo, de no mirar hacia atrás, de estar centrado y muy presente…ahora, que vaya si merece la pena no sólo del llegar a esa cumbre, sino cada momento del paisaje y del aire puro que vas disfrutando, que a la vez te va dando la fortaleza necesaria para continuar. ¿Y qué es la música sino un lenguaje más, un idioma donde se manifiestan emociones, donde se establece un acto de comunicación directa con otros seres humanos? Para mí esa es la intención de la música: la comunicación, con uno mismo y con el otro, herramienta artística de conocimiento, y sobre todo, de estar presente, en una especie de atención plena en unión con el otro, sea el compositor, sea el oyente, seas tú mismo. EL poder de la comunicación que tiene la música al ser un arte vivo, del instante, es inigualable.
¿Y cuál es la manera, el procedimiento mediante el cual podemos precisamente entablar esa especial relación con la música? Encuentro que se hace indispensable conocer a alguien para fundamentar una relación con cimientos, que pueda dejar belleza, huella inspiradora. Pues precisamente es eso lo que yo anhelo de la música: conocerla para que nos pueda tocar, emocionar, inspirar…Y para conocer la música, no se me ocurre mejor idea que tratar de aproximarme a sus entrañas y a su corazón. Porque ahí reside mucho de su más profundo significado. Digamos que para llegar a expresar y alcanzar ese algo intangible que existe en la música, preciso desentrañar buena parte de sus misterios, comprenderla hasta lo más profundo de su esencia. Todavía recuerdo como aquellas clases de armonía que impartía un querido profesor mío lleno de amor y pasión por la música, cambiaron para siempre mi manera de entenderla. A partir de ese momento, comencé a interesarme cada vez más por todos los engranajes de esas realizaciones que escribíamos sobre el papel pautado en forma de garabatos musicales y que sacaban de golpe esa parte creativa olvidada. También estaban las armonizaciones y realizaciones de voces más elegantes. De este modo, se despertó en mí la búsqueda de esa cima que supone poder comprender y aprehender la esencia de las obras maestras de los compositores, enormes de toda la literatura musical, que vuelven a la vida a través de nuestras manos, nuestras voces o nuestra respiración, con cada interpretación. ¿Alguna vez has pensado en cómo entender la música? Ese camino que yo emprendí para alcanzar la cima no es otro que el Análisis musical, antes de emplearlo, pudiera decirse que el mío era un deambular de pasajes musicales sin rumbo alguno…sin duda es gracias al análisis musical que la música ha cobrado todo su sentido para mí. El análisis es un camino, posiblemente el mejor camino para comprender la esencia de cualquier partitura. Si quieres conocer más sobre esta gran herramienta, permanece atento, estás en el lugar adecuado.